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Santa Cruz de Yanguas: inscripciones y grabados

febrero 19, 2018

Paseando por los pueblos de nuestra sierra rara será la localidad en la que no encontremos alguna inscripción grabada sobre la piedra de sus construcciones, siendo los lugares más comunes dinteles, traveseras y jambas de puertas o ventanas y también piedras singulares por su amplia y lisa superficie emplazadas en las fachadas. En cualquier caso, no faltan inscripciones más, llamémosle ‘modestas’ o discretas, que pasan desapercibidas en cualquier punto del perímetro exterior de viviendas y otras estructuras.

Estas inscripciones muchas veces fechan el edificio, también pueden incluir el nombre del propietario y las más antiguas suelen tener alguna advocación religiosa para proteger la casa de los malos espíritus y augurios. La costumbre, tal y como la conocemos en nuestros pueblos, parece que se origina en el siglo XVII, se hace muy común en el XVIII y se mantiene aunque cada vez más mermada a partir del XIX y todo el siglo XX.

Las que conocemos en Santa Cruz son muy modernas, del siglo pasado si exceptuamos el escudo heráldico que ocupa la clave de un elegante y robusto arco de medio punto dovelado que da acceso al corral de la casa de Félix Jiménez. El escudo es de un único campo en el que se ve una flor de lis flanqueada en la parte baja por una hoz y un haz de trigo. En la base, fuera ya del marco del escudo, una flor de cuatro pétalos.

Este escudo pertenece a una rama de los Cereceda asentados en Santa Cruz, con personajes conocidos a mediados del siglo XVIII, especialmente Manuel Juan de Cereceda, que fue fiscal de la Real Audiencia de Sevilla. Su hermano Simón Antonio de Cereceda fue elegido mayordomo del santuario/ermita de la Virgen de las Escobillas y posteriormente también lo fue en representación de su hermano Manuel Juan. Félix, descendiente de estos Cereceda, nos da la solución a otra inscripción contemporánea que hay en la parte interior del arco, dentro del corral:

D. M. Z.

…o lo que es lo mismo, las iniciales de un personaje de la familia, Don Manuel de Zereceda.

Los Cereceda son una rama de los Tejada cameranos (Solar de Tejada) que parece pierden buena parte de su hacienda a consecuencia de la Guerra de la Independencia y su apoyo económico a la guerrilla antinapoleónica. La importancia de esta familia noble en la historia local queda patente en la iglesia de Santa Cruz, en la que eran propietarios de la capilla situada en el brazo derecho de la planta de su cruz latina, la meridional. El propio Félix, cuando reconstruyó la casa familiar prácticamente desde los cimientos, se cuidó de coronar la puerta de acceso con una inscripción que recuerda el momento: FELIX JIMENEZ / AÑO 1979

 

Algo más antiguos, de mediados del siglo XX o un poco anteriores, han de ser el grabado y sobre todo la inscripción situados junto a la puerta de acceso al corral de la casa de Mariluz Lozano. De la inscripción, aunque fracturada y parcialmente perdida, puede reconstruirse lo sustancial, el nombre del propietario, Higinio Mazo, y la localidad, Santa Cruz de Yanguas.

[—-(H)]IJINIO MAZO

[–]N SANTA CRUZ DE

[(YAN)]GUAS

El autor, tal vez el propio tío Higinio, aprovechó el frente de una piedra bien escuadrada de arenisca cementada estructurando la superficie epigráfica en cinco renglones delimitados por líneas guía trazadas a regla. El texto ocupa las líneas primera (nombre), y tercera-cuarta (localidad), quedando la segunda vacía y aparentemente también la quinta, aunque aquí no hay que descartar que pudiese haber incluido algún dato como la fecha y sobre todo el año, que entraría perfectamente en los dos tercios iniciales que se han perdido. Sabemos que antes de que comprase la casa el tío Cándido, padre de Mariluz, perteneció al tío Higinio. Aún se recuerda que esta casa era uno de los puntos de reunión de Santa Cruz, especialmente de los fumadores, pues en un pequeño cuartito del portal estaba el estanco local que atendía la tía Bárbara, mujer de Higinio.

En otra piedra algo mayor que hay debajo de la anterior, también bien escuadrada, aparecen grabados dos círculos idénticos hechos a compás, que tienen en su interior otro mucho menor que sirve de eje; el interior del espacio entre ambos círculos está dividido en cinco regulares “quesitos” cada uno de ellos relleno de líneas paralelas hechas a regla, trazadas en ligera diagonal respecto a las de los “quesitos” vecinos, lo que da a ambos círculos cierta impresión de movimiento circular, rotatorio. Quiere la casualidad (o igual no es casualidad) que el tío Higinio era dueño de un molino situado encima de lo que hoy se llaman las Huertas del Molino (su molino). Buscando en el peñasco superior aún veremos el canal y la caída excavada en la roca. Salvo esto y el topónimo de las huertas nada queda del molino, sus restos desaparecieron al hacer la carretera a Villartoso, Puente Nuevo incluido; el viejo puente de lo que antes era camino estaba unas decenas de metros más abajo y era de madera, el Puente Chico, en contraposición al Puente Grande, situado unos centenares de metros aguas arriba del Baos y propiedad de la vieja Comunidad de Villa y Tierra de Yanguas. Volviendo a los círculos, sospechamos que algo tienen que ver con la calidad de molinero del tío Higinio.

Molino del tío Higinio: pozo y canal. Febrero 2018

Cerramos este pequeño recorrido por las inscripciones de Santa Cruz con una teja. El año pasado dimos entrada en idoubeda mater una inscripción sobre teja en euskera localizada en Villartoso. Como consecuencia de ello Santiago Murillas me dejó una teja inscrita aparecida durante una reforma de su casa. En la inscripción, que porta una impecable y vistosa caligrafía, se lee Sta Cruz de Yanguas. Por la escritura es evidente que no es muy antigua (la de Villartoso tenía data del siglo XVIII). Podría ser desde un momento avanzado del XIX o de los dos primeros tercios del XX. La pericia del autor grabando sobre el barro fresco apunta a que fue el propio fabricante de las tejas el que ejecutó el texto, generalmente gentes foráneas a los que se contrataba cuando se necesitaba un volumen importante de tejas. Nótense los perfectos remates circulares de la S y de la Y, y sobre todo, la pericia al ejecutar la D de la preposición, con el trazo “vertical” totalmente horizontal para que cupiese entre Cruz y Yanguas. Estos profesionales de las tejas las fabricaban en algún lugar apartado del pueblo, entre otros motivos para evitar incendios por la necesidad de la preparación de hornos para su cocción. No hay pueblo que no tenga en su toponimia el término de La Tejera, en Santa Cruz aguas arriba del Baos, a la izquierda del cruce por el que subimos hacia La Solana. En cualquier caso no siempre se hacían las tejas en el lugar donde se iban a utilizar; en nuestro caso también puede tratarse de un recurso del fabricante para indicar el destino de determinada partida de tejas.

Idoubeda mater 2018 son Maricruz GC y Eduardo AP

Para esta entrada: Macaria PG (documentación), Félix JJ (documentación), Santiago MdV (documentación), Eduardo AP (documentación, texto y fotos)

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